Cuando nos deja un ser querido suele ser el momento en el que nos planteamos ciertas cuestiones existenciales. ¿Hay vida después de la muerte? ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Cuál es el propósito de nuestra existencia? ¿Nos volveremos a reencontrar con esa alma alguna vez?
Además del dolor por la pérdida, notamos un vacío en nuestro interior, como si una parte de nosotros mismos ya no estuviera. Recuerdos, ganas de volverlo a ver, de abrazarlo, de expresarle el amor y tristeza que sentimos...Tal vez nos arrepentimos de no haber hecho más o de haber actuado mal en ciertos momentos, podemos lamentar nuestro comportamiento o incluso llegar a tener la sensación de que nos han quedado temas pendientes a resolver con esa persona. O bien quizás sentimos que hemos hecho todo lo posible y que esté donde esté siempre percibirá nuestro amor incondicional.
De una forma o de otra, siempre existe un período de duelo que hay que transitar y es sano que así sea. En ciertas culturas el fallecimiento se contempla como el final de un ciclo, aceptando que la muerte de su espíritu como tal no existe y que el alma de la persona puede volver a reencarnarse en próximas vidas. De esta manera, se celebra como una nueva etapa en la que continuará viviendo experiencias en distintos cuerpos o estados físicos. El duelo en cierto modo suele ser más llevadero y la muerte ya no es percibida como un tema tabú ni existe el miedo a hablar de ello.
Sean cuales sean las creencias de cada uno, es importante sentirse en paz con uno mismo cuando se pierde un ser querido. Valorar los aprendizajes y las experiencias que nos ha aportado esa persona, y poder agradecer el hecho de haber compartido con nosotros un periodo de nuestra vida. Suele ser aconsejable buscar soporte en amigos, familiares o profesionales, entendiendo que el duelo se trata de un proceso en el que su duración dependerá en cada caso particular y que va a seguir sus correspondientes fases: negación, confusión, enfado o ira, dolor o culpa, tristeza, aceptación.
Algunas de las terapias que pueden ayudar a transitar un duelo son la Kinesiología y la LNT®. Permiten desbloquear emociones reprimidas y aliviar el sufrimiento. También ayudan a sentirse en paz cuando hay sentimientos de culpabilidad y auto-reproche. Contribuyen asimismo a una compresión profunda y a la resolución de dudas de carácter espiritual o existencial. El objetivo es llegar a un sentimiento de paz y aceptación, agradecimiento por lo compartido con esa persona y amor incondicional al recordarla.
También ayudan en casos de duelos no resueltos, en los que la persona no sea capaz de volver a su vida habitual pasado un cierto período de tiempo. Puede haber sentimientos de abandono, tristeza profunda o negación, incluso cuando el fallecimiento haya sido por causa natural y se sepa que vivió una vida larga y plena. Muchas veces el dolor que sentimos por la pérdida no es tanto por la persona fallecida sino por nosotros mismos, sufrimos por habernos quedado sin ella. Estas terapias acompañan a la persona en su proceso de aceptación, a transitar el duelo de la manera más saludable posible. Es importante buscar ayuda profesional cuando sea necesario y sobretodo el apoyo de familiares y amigos para no afrontarlo solo, cualquier ayuda es fundamental para superar un duelo.