Shiatsu
Shiatsu significa “presión con los dedos”, es una técnica que se lleva a cabo aplicando presiones con los pulgares y las palmas de las manos sobre determinados puntos del cuerpo. Sus raíces están en la medicina tradicional china, llegando posteriormente a Japón en torno al año 500 d.C.
Esta terapia es eficaz en la prevención y mejora de numerosas patologías, ayudando a la persona a recuperar su capacidad de autocuración y mejorar sus funciones fisiológicas. Sirve como barómetro de salud: permite detectar irregularidades e impide la acumulación de fatiga si se practica habitualmente, además de tratar específicamente la parte afectada. Permite corregir las malas posturas, relajando y reajustando la musculatura y las fascias del cuerpo.
El shiatsu es una técnica reflexológica; al incidir en ciertos puntos del cuerpo también de trata al órgano asociado a cada punto. De esta forma, se estimula y se ayuda a equilibrar las funciones de órganos como pulmones, riñones, intestinos, hígado, etc. Además se trata de una terapia anti-estrés ya que incide directamente en el sistema nervioso, concretamente en el sistema parasimpático, produciendo un efecto relajante inmediato. Asimismo de manera natural se generan más endorfinas después de recibir una sesión, lo que propicia una sensación de bienestar.
La sensación tras una sesión de shiatsu suele ser parecido a las agujetas ("menken" en japonés). Esta reacción es normal, pues se trata de la desintoxicación que hace el cuerpo cuando está en proceso de recuperación. El shiatsu estimula el organismo a niveles profundos y hace emerger el cansancio y las tensiones acumuladas, por eso es frecuente tras la sesión sentirse cansado, con reacciones emocionales, más ganas de orinar u olor corporal más intenso. Suele durar 1 o 2 días como máximo y sería lo equivalente a una crisis curativa; pasado este tiempo la sensación es de alivio y mayor vitalidad. Se recomienda beber más agua después del tratamiento para ayudar al organismo a eliminar las toxinas.
Algunos de sus beneficios: